miércoles, 22 de agosto de 2007

Pendientes para olvidar

I.
Te he gastado tantas letras
escribiendo con gritos de cerda moribunda
tu nombre en los rincones de mi casa
que se quedaron vacíos de ti
y de tu risa sarcástica
y de tu cuerpo desnudo recargado en la ventana
(como la Gala de Dalí)
mirando la lluvia caer
sobre la calle llena de fantasmas.

Te he gastado tantos ojos
queriendo mirar los tuyos
tan negros de intenciones
tan crueles de deseos
tan viles de pensamientos
tan bajos de alas
tan largas de ganas
tan lejanas de miradas
tan diferentes de la mía
tan crédula de buscarte
tan ausente en el eco del aire.

En fin, para decirlo de una vez por todas:
te he gastado tantas caricias
sobre cuerpos que
por más que insisto en cerrar los ojos y creerlo,
no son (realidad tirana) el tuyo.

Te he gastado tantas y tantas y tantas letras
y estoy ya tan cansado,
que te juro por mi madre,
que éstas que aquí ves,
son las últimas
de las últimas
de las últimas.


II.
Un departamento vacío con las paredes blancas como leche.
Dos muchachos desnudos frente a frente se besan con los ojos llenos de espadas.
Sus bocas se acarician con las manos de sus lenguas envenenadas.
Las pieles morenas y llenas de vellos se queman una contra la otra como si fueran calderos de aceite hirviendo.
Una verga y la otra son asesinas gemelas.
Sudor.
Pasa el tiempo y todos los minutos hieren.
Una hora después, la simiente de uno flagela la espalda del otro como tizana de cuero.
Escucho tu jadeo y me siento feliz.

Ése es el único recuero tuyo que me queda.


III.
Yo quería.
Yo quería ser.
Yo quería ser para ti.
Yo quería ser para ti eso que dices.
Yo quería ser para ti eso que dices que necesitas.
Yo quería ser para ti eso que dices que necesitas cuando la jornada es larga.

Yo quería ser para ti esos brazos de arena escondida en tus sobacos.
Yo quería ser para ti esos besos frescos de cerveza en la playa caliente.
Yo quería ser para ti ese cuerpo desnudo y trémulo de frente al rugido noche marina.
Yo quería ser para ti esa cara que hace falta a tu lado en las fotografías.
Yo quería ser para ti esa risa que se sienta en el lugar del copiloto.
Yo quería ser para ti ese pecho sobre el tuyo bajo las sábanas.
Yo quería ser para ti ese cotidiano.

Pero, como dice la canción,
ya se que nadie se sale con la suya.


IV.
Esto soy y ya no puedo ser diferente:
crecí con los puños y los dientes apretados
que ya soy un manojo de frustraciones y fracasos y
vivo tan sólo y tan solo
para el rencor y la envidia y el miedo.

Vivo tan muerto y los odio tanto a todos,
que ahora más que nunca creo,
que el mundo ya se acabó
y que fui lanzado de cabeza
al peor de los infiernos.

Y sí. Ya sé que por mi culpa
muchos otros han sufrido,
como el muchacho de los ojitos de gato,
o el silencioso de la voz bonita,
o mi angelito de las alas negras.

Qué quieren que haga por ellos,
si ni siquiera puedo ya salvarme a mí.
Este es mi único consejo:
que cada uno escriba su propio laberinto
con el cual lanzarse patas pa’rriba a los abismos.


V.
Oración adolescente al cíclope triangular que todo lo vigila,
voyerista eterno de la inutilidad de los esfuerzos humanos:
por favor haz que la mañana de mañana no amanezca
y que todo lo que conocemos se disuelva
en la chabacana bruma del olvido.


Creative Commons License


Esta obra está bajo una
licencia de Creative Commons.