viernes, 25 de enero de 2008

El día en que el mundo se termina

Hace un par de días recibí la llamada terrible, la misma que he recibido ya tres veces antes a lo largo de los años. Una sola frase muy anunciada: "mis exámenes dieron resultado positivo". Que estupidez de pandemia, que acertijo de letras, que laberinto de siglas: vih, sida, cd4, azt, ccr5. Eso no significa nada: eres un homosexual sin imaginación, no hay nada peor que un sodomita enfermo. Estoy harto de todo esto.

Me resisto. Esto de la epidemia de moda me pone de muy mal humor. Me niego a creer que estás infectado con el virus de la muerte. Vaya que ingenuidad, ¿qué ser humano no lo está? Me niego a creer que vas a tener una muerte horrenda de calenturas y diarrear y pústulas. Todas las muertes son horribles, todas las agonías son infernales, lo mismo las de los santos con estigmas que las de los maricones con sarcomas: toda carne, toda la mierda. Me niego a creer en los juicios públicos sobre el caso. Morir de cáncer de hígado, de choque hepático, atropellado por un camión de sopa o con una bala en medio de los ojos es igual de virtuoso o de vergonzoso. Todo lo demás es vanidad, es moral burguesa, es miedo a la compasión. Me niego a creer que tengas una garantía menos sobre la vida que el resto del mundo sólo por lo que dice muy serio un papelito en un sobre sellado y la cara larga de la mamarracha de la trabajadora social que te lo entrega. En fin, me resisto a profesarte lástima, piedad o cualquiera de esas estupideces sentimentales porque no estás enfermo o al menos no más de lo que puede estarlo cualquiera.

Así que ya basta de glóbulos rojos, blancos y de todos los colores, teorías, pastillas, términos médicos que no sirven para un carajo. La vida es la vida, así jodida como está y no hay nada que hacer al respecto ni para mejorarla, pero tampoco para empeorarla. Un día un adolescente coje con una puta en la juerga y de regreso a su casa su padre se confunde y se rasura con el mismo rastrillo y por la noche se tira a su mujer y luego ésta a su amante y al condón se le revienta una fibra microscópica abriendo un agujero por el que pasa el soplo helado del cuarto jinete del Apocalipsis y luego ¡zaz! por arte de magia todos están enfermos de lo mismo. Una enfermera inepta clava una aguja usada, magia; un dentista al que se le ha descompuesto el hornillo esterilizador, magia; una parturienta que no entiende nada, magia, magia, todo magia que no quiere decir nada.

Así que me cago en tu espíritu seropositivo lo mismo que en el santo padre. No hay tal enfermedad. Estás tan bien como la última vez que estuviste mal. La vida es demasiado bella, demasiado preciada, demasiado misteriosa para desperdiciarla en las pestes del siglo XX.

Hace dos días un ventarrón increible azotó la Ciudad de México, casi un huracán, un tornado, dijeron. Volaron todos los fusibles de mi casa y cuando explotó el transformador cercano el cielo se pintó de rojo y de fuego. Se fue la energía eléctrica por horas y yo tuve mucho tiempo enmedio de la noche infinita para pensar esto, mientras sacaba con cuidadito piezas del jenga con el que mi amor y yo jugábamos a la luz de las velas. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla muriendo de sida o quedándose sin luz el día en que el mundo se termina.

lunes, 7 de enero de 2008

¿Por qué existe el hombre?

EL PRÓXIMO viernes 18 de Enero estrenarémos en el Foro Antonio Lopez Mancera del Centro Nacional de las Artes (esquina de Rio Churubusco y Calzada de Tlalpan) la puesta en escena Woyzeck del autor del romanticismo alemán Georg Büchner bajo la dirección del maestro Antonio Algarra. Estaremos en temporada tres semanas, los miércoles, jueves y viernes a las ocho de la noche, los sábados a las siete de la noche y los domingos a las seis de la tarde. La entrada es libre y el cupo limitado. Espero que los que vivan en la Ciudad de México vayan a verla y la recomienden.

Y para los que no estén cerca de la ciudad de los humos, les dejo esta joyita del libreto de la ópera de Alban María Johannes Berg basada en el mismo texto dramático, nomás pa' que se den una idea de la chulada:

"Mi alma, mi alma apesta a aguardiente. Un caminante se apoya en el torrente del tiempo o se encomienda a la Sabiduría Divina y se pregunta: ¿por qué existe el hombre? ¿por qué existe el hombre? Pero en verdad, queridos oyentes, en verdad os digo: ¡Todo está bien! Pues ¿de qué vivirían el campesino, el tonelero, el alfarero y el médico si Dios no hubiese creado al hombre? ¿De qué viviría el sastre si Él no le hubiese inculcado al hombre el sentido del pudor? ¿De qué vivirían el tabernero si Él no le hubiese dotado de los deseos de emborracharse? ¿De qué el soldado si Él no le hubiese imbuido la necesidad de matar a otros? Por ello, queridísimos hermanos, no dudéis; todo está muy bien así, todo es bello y agradable... pero todo lo terrenal es vanidad, hasta el dinero por podirse. Mi alma, mi alma apesta a aguardiente..."