viernes, 12 de marzo de 2010

Más política y menos djs


Al parecer los activistas gay han llegado a la conclusión de que promover la división del colectivo social es el camino a la conquista de las libertades pendientes. Sólo de este modo se explica que una facción de los organizadores de las tradicionales marchas del orgullo haya decidido convocar a una movilización este domingo catorce de marzo cuyo objetivo es, según ellos, celebrar con un carnaval la aprobación de las bodas entre personas del mismo sexo en el Distrito Federal. Sin embargo es bien razonable suponer que este “carnaval” no es más que una marcha que protesta contra la marcha tradicional cuyo punto de origen está en alguna escisión entre la dirigencia de la comunidad gay.

Fuera de querer ganar una fecha más en el calendario para celebrar la diversidad junto con el catorce de febrero, el día mundial de la lucha contra la homofobia o el día mundial de la lucha contra el sida, la convocatoria para este fin de semana abona a la ruptura y manda un inequívoco mensaje a nuestros detractores sobre lo divididos que estamos y lo vulnerables que somos. Y justo ahora, no hay peor momento para fracturarse: la derecha retrógrada pretende reunir argumentos para echar abajo la ley de matrimonios y si no lo logran, podrían aún tener oportunidad para oponerse a las adopciones, además de blindar las constituciones locales para evitar que la discusión llegue a los congresos de los estados.

De todos modos, ya era un hecho consumado que la marcha de junio había perdido desde hace al menos una década su sentido político y se había convertido en una celebración de la desinformación, de la decadencia y, recientemente, del aburrimiento. Más aún, mientras se fueron desdibujando las presencias de las asociaciones civiles, las universidades y los colectivos, la marcha devino en un escaparate para los bares, sitios de encuentro y marcas gay friendly. En pocas palabras, se volvió un ejercicio superficial al que se agrega uno más, el carnaval que viene, que no suma nada y sí resta mucho.

Mientras tanto, ahí están los miles de niños y jóvenes que permanecen encerrados en la prisión del clóset, la legislación pendiente para la reasignación de identidad a transgéneros y transexuales, el vacío en la educación sexual diversa en las escuelas primarias y secundarias, además de los derechos civiles para homosexuales que deben ser conquistados en toda la nación y no sólo en la capital. Huelga decir que nada de esto se ganará con carnavales y enconos, sino con acciones que apunten a la unificación y al trabajo organizado en torno a un objetivo justo.

Por todo esto propongo lo siguiente: dejar de marchar de una vez y para siempre y trasladar la resistencia a la vida cotidiana. Sería mejor darle la mano en la calle a la pareja, en lugar de besarse apasionadamente en la marcha bajo el anonimato de un antifaz de lentejuelas; sería mucho más valiente presentarse un día a trabajar en falda y tacones que desfilar por Paseo de la Reforma con espalderas de pluma y colas de pavo real; etcétera. Claro, todo eso es más complicado que ir a pegar de brincos atrás de un trailer con música electrónica, pero tal vez ahí esté la posibilidad de cambiar verdaderamente las cosas que, a todas luces, no hemos logrado modificar por la vía de los carnavales edulcorados y las fiestas con los djs de moda.

2 comentarios:

TaniaKu dijo...

Concuerdo con lo k dices en esta entrada y en las anteriores acerca d las libertades civiles d la comunidad LGTB pero siendo critica al respecto tambien creo k esto difícilmente podrá conseguirc hasta k ustedes mismos no nos acepten a nosotros es decir; x k c kejan d ser discriminados si ustedes hacen lo mismo con nosotros? este fin d semana vino un amigo d visita y kería visitar la zona rosa y x supuesto fuimos a dar una vuleta, en ese momento recordé x k tenía tanto tiempo sin ir y es k hay varios lugares a los k yo como mujer heterosexual no puedo entrar.
x lo tanto pienso k lo primero k deberíamos hacer todos es eliminar el "ustedes" y "nosotros" d nuestros diccionarios personales y asi todo sería mas facil o x lo menos más ekitativo.

Pável dijo...

Cálmate, menos DJ's, te voy a patear.

En realidad el título de tu post fue lo único que me hizo ruido (dado que me sentí aludido de soslayo, hasta que recordé que yo no soy, en estricto sentido, tal cosa).

Apoyo tus palabras, siempre he pensado que la verdadera manera de hacer política y crear resistencia en cuanto a lo homosexual, es hacerse visible desde la cotidianidad. Defender lo que se es, donde sea y hasta las últimas consecuencias, en lugar de bailotear un par de veces al año entre los carros de BoyBar y Redbull.

Y claro, apoyo también las palabras de quien arriba comenta: dejemos de autoexcluirnos, de ser nosotros mismos los que construimos el ghetto del que tanto nos quejamos.

¿Bugas?¿Gays?¿Hasta cuándo?