"¿Qué creés? No te esperaba.
Perdoname la franqueza..."
-de un tango de L. F.
Perdoname la franqueza..."
-de un tango de L. F.
Hola,
(y tu perfume sigue siendo el mismo).
Tanto tiempo sin verte,
(y tu boca todavía conserva los mismo lunares que adoré).
¿Y qué tanto has hecho?
(y sigues usando esa camiseta que desnuda tus brazos morenos).
Supe que ya terminaste la escuela,
(y otro abrazo diferente al mío rodea tu cintura).
¿Dónde trabajas ahora?
(y tu sonrisa revolotea en los labios de alguien más).
¿Sigues viviendo con tus padres?
(y me invade la nostalgia de tu desnudez sobre la mía).
¡Ah, entonces te mudaste con tu chavo!
(y todavía tiemblo bajo el recuerdo te tu beso).
(Adios a tu silbido y a tus caricias.
Adios a tus miedos y a tu departamento de paredes blancas.
Adios a tus ojos y a tu sexo.
Adios a tus piernas de bronce, a tu saliva dorada, a tu semen de nubes, a tu color de girasoles, a tu voz de trueno, adios, adios, adios).
Nos estamos viendo, por aquí sigo, me dio gusto verte.
(Pedro, que adivina mis pensamientos desde hace años, sin esperar a que se lo pida, pone otro martini seco con dos aceitunas en la barra, cerca de mi mano que todavía está temblando.
Alcanzo a escuchar que le preguntan entre besos:
"¿Y quién era ese?".
Se lo piensa un par de segundos:
"Un amigo de hace mucho").
(y tu perfume sigue siendo el mismo).
Tanto tiempo sin verte,
(y tu boca todavía conserva los mismo lunares que adoré).
¿Y qué tanto has hecho?
(y sigues usando esa camiseta que desnuda tus brazos morenos).
Supe que ya terminaste la escuela,
(y otro abrazo diferente al mío rodea tu cintura).
¿Dónde trabajas ahora?
(y tu sonrisa revolotea en los labios de alguien más).
¿Sigues viviendo con tus padres?
(y me invade la nostalgia de tu desnudez sobre la mía).
¡Ah, entonces te mudaste con tu chavo!
(y todavía tiemblo bajo el recuerdo te tu beso).
(Adios a tu silbido y a tus caricias.
Adios a tus miedos y a tu departamento de paredes blancas.
Adios a tus ojos y a tu sexo.
Adios a tus piernas de bronce, a tu saliva dorada, a tu semen de nubes, a tu color de girasoles, a tu voz de trueno, adios, adios, adios).
Nos estamos viendo, por aquí sigo, me dio gusto verte.
(Pedro, que adivina mis pensamientos desde hace años, sin esperar a que se lo pida, pone otro martini seco con dos aceitunas en la barra, cerca de mi mano que todavía está temblando.
Alcanzo a escuchar que le preguntan entre besos:
"¿Y quién era ese?".
Se lo piensa un par de segundos:
"Un amigo de hace mucho").